Tiene fama Aratorés de ser el pueblo del valle que mejor ha sabido conservar la arquitectura
tradicional y el ambiente rural. En efecto, un paseo por sus tranquilas calles permite contemplar
un buen muestrario de edificios de interés, relativamente bien conservados o restaurados. En
mampostería de piedra se construyeron los muros, y labrada en sillares destaca en portadas y
ventanas.
Por otra parte, todavía se conservan bastantes cubiertas de losa y algunas chimeneas troncocónicas, tan escasas ya en los pueblos circundantes.
La zona de eras y pajares se levantó al este del casco urbano, dominando el valle y con
magníficas vistas hacia la Peña Collarada.