Siguiendo el Camino Orbil, pista en la margen izquierda del Río Aragón, una vez atravesado el núcleo histórico, a una hora de suave marcha, se encuentra el testimonio de una de las obras que más influyó en el paisaje de este valle y en faceta social y económica, el ferrocarril del Canfranc o Canfranero.
En una explanada a mano izquierda, se levanta un impresionante viaducto de piedra de 28 arcos, construido a principios del siglo XX. Esta infraestructura, junto a dos túneles y un paso helicoidal, permiten pasar de los 800 a los 1.000 metros de altitud en un pequeño espacio y con rampas máximas del 2%. La grandeza y magnitud de aquella obra, cuyo último arco se cerró en 1916, celebrando la víspera de Santa Orosia (25 de junio) una fiesta para celebrarlo, aún se perciben.